Etiquetas

, , , , , , , , , , , ,

Una persona de mi familia me orientó hacia ciertos cursos de catalán. Los imparte un organismo, el Consorcio para la Normalización Lingüística (CNL), perteneciente a la Generalitat de Catalunya. Son cursos de unas 45 horas, subvencionados, que me cuestan poco más de 13 euros. Cuando complete los tres primeros, puedo acceder a un examen oficial y obtener un certificado o acreditación oficial del nivel básico.

Me decían además que podía solicitar una prueba de nivel, para que estimasen el curso que mejor se adaptaba a mi nivel. Ni que decir tiene que mi nivel es cero. En mi caso, la fonética del valenciano, que he escuchado durante muchos años, me permite entender algunas expresiones.

El centro como tal, en su sede en Badalona, atiende por las mañanas de 10:00 a 13:00. Puede llamar por teléfono, para solicitar la prueba de nivel. Una señorita muy amable no paraba en hablarme en catalán. Lo típico: tu preguntando en castellano, y aquella respondiendo en catalán. Tu diciendo que no entiendes nada de catalán, pero que de oídas a veces «pillas» algo. Y aquella en sus trece. Tengo suerte de ser un «híbrido» y más o menos pude entender la conversación, y lo más importante, el lugar y hora para la prueba. Pero a buen seguro, un castellano viejo no hubiese entendido «res» y hubiese mandado a la señorita a algún lugar poco concurrido, donde en ocasiones, ponen columpios.

Interesante el día de la prueba. Te reciben muy cordialmente y te informan de la prueba. Pero todo en perfecto catalán. Sólo cuando frunces el ceño o respondes por perteneras…. te contestan en castellano. Las preguntas orales, en catalán. Normal. El test en catalán con palabras a rellenar. Hasta aquí normal.

Lo mejor vino el día de la matrícula. Te informan de todo, en perfecto catalán, y te asesoran sobre los cursos, lugares, horarios y requisitos. En catalán. La hoja de inscripción requiere tus datos. En catalán. Sólo en catalán. Pueden estar preguntándote por tu nombre y tu puedes responder con tu primer apellido, o el número de tu NIF. Simplemente porque no lo entiendes. Porque todo está en catalán.

Tengo «suerte» de que me suene el valenciano, y de haber estudiado el castellano, desde el punto de vista de la etimología, de la génesis de las palabras (gracias Teodoro), aderezado con un  poco de latín. Esto y el contexto te permite intuir el significado de algunas palabras.

Me pregunto qué sensación sacarán de todo esto aquellos castellanos viejos. Los que jamás han oído o leído en catalán. Por no hablar de árabes, chinos o pakistaníes.

Puede que sea adecuada y pedagógica esa «inmersión» desde el primer minuto: o entiendes o te hundes. Pero sinceramente, en este contexto, me parece excesivo que al menos los formularios de matrícula y la información no puedan ofrecerse en ambos idiomas.

Sobre todo, para evitar que alguno se despiste, y piense que el 13,27 es alguna medida, y no el precio a abonar.