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¿Creíamos que Beirut no podría sorprendernos más? ERROR. ¿Nos queda mucho campo para nuestra capacidad se sorpresa? ACIERTO.

Lo dicho, parafraseando un conocido anuncio. Una vez más hoy Beirut no nos ha dejado indiferentes. La Torre de Babel, la amalgama de culturas, razas, religiones y lenguas, se muestra en ocasiones con total nitidez.

A última hora ha entrado una señora hindú con un niño de unos 8 años, también hindú. Venían del cajero: por su gesto intuía que algo no había ido bien. Saludé educado, y antes de terminar mi frase, comienzan a hablar entre ellos en hindú.

De repente, el niño me espeta algo así como «…qui el caixer no surte diners… quin diners tens en la llibreta?». Me he quedado helado. Un chavalín como el mío, hindú de pura cepa, hablándome en catalán. Como lengua vehicular, claro está.

Respuesta mía, traducción del noi a su (mare), que bien parecía su abuela. Respuesta de la señora, traducción al catalá del menor, respuesta mía en castellano, traducción del menor a hindú….. así como unos cinco minutos.

Total, que todo el esfuerzo, por ambas partes, (sobre todo por parte del pobre chaval) para rescatar cuatro euros mal contados, que desgraciadamente es lo que le quedaba a la señora en la cartilla.

Al final, no sé qué es lo que no les ha «cuadrado», han decidido no sacarlos. Y se han ido por donde vinieron.

Algunas reflexiones: evidentemente, para el chaval el extranjero soy yo y mi lengua es extraña. Malamente la entiende porque se parece a su catalán de la escuela, y el chico que no es tonto, algo «capisca». En el peor de los casos, le ha servido para comunicarse con el de la oficina.

Segundo pensamiento: ¿qué será de este chaval si mañana encuentra trabajo en Madrid, o en Sevilla?

Aquellos que hemos tenido la suerte de acceder a la cultura, a algunos conceptos sobre etimología, sintaxis, semántica, latín…. logramos aproximarnos al catalán, no sin esfuerzo. Pero… ¿y él? Todas estas lenguas son tan distantes de su lengua materna…. y curiosamente, el catalán que entiende y habla al menos de forma básica…. no existe más allá de Cataluña.

Torre de Babel en Beirut Oeste, donde la garrapiña de edificios no impide ver nacer el Sol sobre el Mediterráneo, y abrasar nuestras cabezas durante el resto de la jornada. No me estoy enamorando, no, aunque este ambiente choni y multi-étnico tiene su encanto. A pesar de las «minas» caninas, de las que hablaré en su momento.