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Los días se suceden ya como una molesta rutina. Poco a poco el trabajo es, a mis ojos, más cotidiano. No por ello domino el asunto, ni muchísimo menos.

Me examino y me veo menos tenso, algo mas confiado. No estoy relajado, porque estoy en mi puesto de centinela. Estar en la primera linea de fuego no permite relajarse: debe mantenerse la concentración.

Hay que respirar hondo muchas veces, y esbozar la mejor de tus sonrisas. A veces hay que poner orden en la trinchera, que mas parece a ratos un gallinero o un puesto de verduras en el mercado. Aunque inmediatamente después de la voz de mando, o del tiro al aire… Haya de nuevo que sonreir.
Lo se: estoy más relajado, y ellos también lo notan. Sí, Terrades, una vez mas tenías razón. Son flujos de energía. Hasta las maquinas diabólicas han hecho las paces conmigo. Ahora que bajo un poco la guardia, es cuando puedo tener algún susto, como cuando quitas la L de tu coche.

Creo que he dejado de ser «el nuevo» o el «señor» ese de la caja. Hay quien me chafardea que han dicho que soy «muy apañao». Algunos ya me llaman por mi nombre. Y yo comienzo a reconocerles por el suyo: hoy a Aldonza le ha faltado el canto de un euro para darme un par de besos, por llamarla por su nombre.

Ya me miro en el espejo de sus ojos, y ellos en los mios. Sin querer, brota la conversación. Te reciben en el salón de sus miedos, sus problemas, sus conflictos personales, su vida… Te confían aquello que acaso comparten con sus mas íntimos. Asuntos de dinero, de familia, de desamor, de cuernos…Ponen sobre el mostrador de tu mirada atenta sus heridas y sus muñones, y no sólo los emocionales. Otros te mienten descaradamente, para conseguir aquello que persiguen. Comienzan a susurrar ante mi las paredes de su vida y de sus sentimientos. Comienzan a verme con mas confianza, y a aceptar esta situación de mejor grado. No soy de la familia, pero poco menos falta. Si hubiese un puesto de mosén, de capellan castrense…seria mío.

Justo ahora, que he conseguido sujetar mi caballo desbocado, domar y domarme… Justo ahora, cuando todo puede empezar a girar y a cambiar de nuevo. Justo ahora, cuando la vida parece que quiere lanzarme sin razón por otra ventana. Veremos si hay colchoneta o un pedregal al otro lado.